La experiencia de cantar

La experiencia de cantar

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En las noches cálidas del sur del mundo, tiempo de la primavera,

los grillos llaman a las grillas.

Las llaman frotando sus cuatro alas.

Esas alas no saben volar. Pero saben cantar.

Eduardo Galeano. Los hijos de los días.

Cantar constituye una suerte de centro focal en nuestras vidas, nos conecta con el mundo. Es una acción mágica que atrae almas y recuerdos, como lo nombra María Zambrano en ‘‘El hombre y lo divino’. Es un sonido que nos llena todo.

Dicen que Napoleón estudió los cantos folklóricos de los soldados rusos, pues cuando estos los utilizaban recuperaban las fuerzas para volver a luchar en el campo de batalla.

Los mitos nos cuentan lo poderoso que es cantar

Así se manifiesta en Orfeo, que con la fuerza de su canto no sólo consigue amansar a las fieras sino también abrir las puertas del reino de los muertos para recuperar a su amada Eurídice.

Porque cantar reúne ciertos aspectos que lo hace insustituible. El canto nos iguala, el canto mitiga la soledad y la tristeza, y devuelve nuestra alma a una especie de estado de gracia, que enternece nuestro espíritu y nos hace fuertes en las batallas de nuestra vida.

Cantar nos libera de tabúes, nos hace perder la vergüenza, nos conecta con los demás.

Dice un proverbio alemán que allá donde se canta, puedes ir a vivir.

Ese es mi deseo, permanecer en este grupo hallado.

Ana Santomé



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